Lo que al sistema multilateral internacional le costó ocho décadas de dificultosa construcción tras la Segunda Guerra Mundial, a Donald Trump le ha tomado escasos dos meses socavar.
Los hechos de todos los días lo evidencian. Para Trump "hacer grande a América otra vez" pasa indefectiblemente por trastocar todo el tinglado global. Política y comercialmente hablando.
Trump cerca de Putin, lejos de la defensa de la avasallada democracia ucraniana. Creyendo que podía terminar una guerra de tres años en unas cuantas horas, amenazando a sus principales socios comerciales con aranceles, haciendo gala de ímpetu expansionista queriendo -dizque - recuperar el Canal de Panamá, anexarse Canadá, hacerse con Groenlandia o convertir Gaza en un resort de lujo.
De todo lo acontecido los analistas destacan el efecto severo del resquebrajamiento de las relaciones con la Unión Europea, hoy obligada a redinamizarse y recobrar brío para fortalecer su defensa. Europa ahora toma conciencia que está sola.
Y claro, como una consecuencia de todo ello, el desmantelamiento de USAID, la agencia internacional de ayuda al desarrollo, el brazo extensivo estadounidense de su diplomacia suave. Un golpe de timón a medio ejecutar gracias a la acción de jueces y tribunales, que tiene no obstante serias implicaciones a lo interno, dado el cierre de programas, despidos y procesos de reestructuración que apuntan nadie sabe hacia adonde.
Para poner en perspectiva estos primeros 60 días de la convulsa administración Trump conversamos con el Dr. Constantino Urcuyo Fournier.