“Esto va a ser gran televisión”, dijo Donald Trump tras el amargo desencuentro con el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, en lo que experimentados reporteros han calificado como 50 minutos inéditos.
Por supuesto, no es que los líderes políticos no discutan acaloradamente en citas álgidas y determinantes para la conducción de la política mundial. Pero no lo hacen a vista de la prensa. Es decir, del público. No, si no se persigue ese objetivo.
Y Trump lo dejó claro al final del episodio de humillación a Zelenski. Palabras más palabras menos, “he dejado alargar la reunión todo lo necesario para que quede en evidencia que eres alguien que no quiere negociar la paz”.
Acostumbrado a sus puestas en escena, a su permanente exposición televisiva, la tensa reunión fue una demostración más de la habilidad de Trump de inundar la agenda informativa. Esa mezcla efectiva de verdades, mentiras y hechos alternativos van cimentando las condiciones de los efectos que estos acontecimientos generan.
En el fondo de estas teatralizaciones emerge la encarnizada guerra comercial, la disminución del campo de acción que está provocando a Europa, la débil posición de Ucrania frente a la invasión rusa y la concreción, sí, del cobro de aranceles a sus principales socios comerciales, por supuesto con las deportaciones también mediatizadas y todo lo que se le vaya ocurriendo como parte del nuevo tinglado.
Mucho se está cocinando aderezado con embustes, amenazas, mentiras y desinformación. Para conocer qué es grano y qué no, conversaremos con el periodista y ex embajador en Naciones Unidas Eduardo Ulibarri.