El viernes pasado, 3 de diciembre, fue el Día Internacional del NO uso de Plaguicidas, a 37 años de aquel hito conocido como “la tragedia de Bhopal”.
Bhopal es una Ciudad en India en la que en aquella madrugada del 3 de diciembre de 1984, más precisamente en la planta de pesticidas de Union Carbide Corporation, ocurrió la fuga de 27 toneladas del gas isocianato de metilo. Un elemento que se utilizaba para la elaboración de plagicidas que resulta mortal para el ser humano. Lo cierto es que el gas sobrevoló la ciudad, se impregnó en el agua, la tierra, las cosechas y se cobró alrededor de 6 mil vidas en la primera semana, 15 mil en total en los meses posteriores e intoxicó en distinto grado a más de 600 mil personas.
Las problemáticas derivadas del uso de plaguicidas en el ambiente tiene más de 60 años en el mundo y 25 años en nuestro país, desde aquel lunes 25 de marzo de 1996 cuando Felipe Solá, Secretario de Agricultura de la Nación, firmó la resolución 167 que autorizó la producción y comercialización de la soja transgénica, con uso de glifosato.
Desde entonces cambió la estructura agropecuaria en la Argentina. Nuestro país es uno de los más fumigados del mundo. Millones de hectáreas de tierra son destinadas al monocultivo, dominados por la soja y maíz, con semillas transgénicas dependientes de estos plaguicidas: El paquete tecnológico del modelo agroexportador.
El día de hoy se estima que se destinan, en promedio, 12 litros de agrotóxicos por habitante. Lo cual, durante estos últimos 25 años, no sólo cambió el modo de producción, cambió también la forma en que nos enfermamos y morimos en nuestro país.
La campaña #BastaDeVenenos lanzadas hace ya unas semanas se propone concientizar sobre esta problemática a quienes vivimos en centros urbanos donde se concentra la gran demanda de alimentos.