Quizás en este momento la respuesta es un aún no, pero se puede venir un sí. Asigna un propósito, encuentra la respuesta de Dios, cuéntate una historia de fe y mientras tanto recuerda que lo mejor está por venir.

Buscar el reino de los cielos es que tu corazón vuelva a reposicionarse y reconozcas que todo lo que tienes viene del Padre. La antítesis de la autosuficiencia es la adoración y en lo que tiene que ver con dinero, la adoración es desprenderse. Necesitas dar pasos a cosas que no puedes sostener por ti mismo sino por la Palabra de Dios.

Tienes que estar conectado a la fuente para dar frutos. Que seas creyente no significa que seas buena gente. Cuando te enfocas en lo importante, conectas con la fuente y cuidas el fruto, los resultados llegan.

Mira hacia atrás y fíjate en lo que Dios ha hecho. Pensamos en lo que pasó, no para sacarnos del presente, sino para recordar que Él ha sido bueno y que lo será una y otra vez.

Lo que estás viviendo no es eterno. En el medio de la tormenta aún puedes agradecer por los pequeños detalles y recordar que este no es el final. La eternidad real es la que Jesús nos cuenta y en ella tu historia termina bien.

Hay algo que se genera en el corazón cuando uno sabe que está en el mejor lugar. Dios quiere que te sientas bien y que tengas paz en su casa. Sus brazos son los que te van a calmar y mientras más avances más fuerzas vas a tener.

Hay bendiciones escondidas en lugares que nos sentimos incómodos. Florece, abraza el lugar donde has sido plantado, llena de belleza lo que te rodea y prepárate para vivir milagros de parte de Dios.

La única manera de vivir el reino de Dios en su potencia más grande es dárselo todo a Él. No importa donde sea o cuanto das, Él siempre te devuelve. No es lo que traes sino el corazón con que lo traes lo que hace la diferencia.

La ansiedad no es una cosa, es una secuencia y cuando la entiendes, puedes intervenirla. Todo lo que trates de suprimir va a resurgir. Cambia tus pensamientos porque Dios es un experto en darte consuelo más que consejos.