Durante los siglos XVII y XVIII, el mar Caribe fue escenario de algunas de las historias más intensas, violentas y complejas de la era colonial. En estas aguas navegaban galeones cargados de metales preciosos, corsarios al servicio de las grandes coronas europeas, y piratas que vivían al margen de la ley, saqueando, traficando y librando sus propias guerras. Pero hay un capítulo mucho menos conocido de esta historia, en parte debido a la escasez de registros escritos, al olvido histórico intencionado y a la tendencia de los cronistas coloniales a minimizar o censurar el protagonismo de los africanos en estas narrativas: el de los esclavos africanos que, tras escapar de sus cadenas, se convirtieron en temidos piratas que aterrorizaron las rutas comerciales del Caribe.