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Estamos acostumbrándonos tan rápido a usar las pantallas táctiles en los teléfonos móviles, ordenadores, tablets, etc, que pronto nos pasará como con muchas otras cosas de la vida cotidiana. Las utilizaremos de forma automática, sin preguntarnos por qué funcionan así. Una pantalla táctil, para que su nombre se ajuste a lo que se espera de ella, debe comportarse de un modo semejante a como lo hace nuestra piel cuando algo o alguien nos toca, es decir, debe reaccionar de alguna manera al contacto, debe transmitir la posición del lugar exacto en el que ha tenido lugar y debe tener un “cerebro electrónico” que interprete la señal y la asocie a la función que queremos realizar ¿Cómo hace todo éso?
By Ángel Rodríguez Lozano5
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Estamos acostumbrándonos tan rápido a usar las pantallas táctiles en los teléfonos móviles, ordenadores, tablets, etc, que pronto nos pasará como con muchas otras cosas de la vida cotidiana. Las utilizaremos de forma automática, sin preguntarnos por qué funcionan así. Una pantalla táctil, para que su nombre se ajuste a lo que se espera de ella, debe comportarse de un modo semejante a como lo hace nuestra piel cuando algo o alguien nos toca, es decir, debe reaccionar de alguna manera al contacto, debe transmitir la posición del lugar exacto en el que ha tenido lugar y debe tener un “cerebro electrónico” que interprete la señal y la asocie a la función que queremos realizar ¿Cómo hace todo éso?

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