Vivimos en una época de increíbles avances científicos, pero frenar el envejecimiento sigue siendo imposible. ¿Por qué? Porque nuestras células funcionan gracias a la información que guarda el ADN, como si fuera un manual de instrucciones. Con el tiempo, ese manual va perdiendo letras por culpa de reacciones químicas inevitables. Aunque el cuerpo tiene mecanismos para reparar los errores, no son perfectos, y poco a poco se acumulan fallos que afectan al buen funcionamiento de nuestras células y órganos. Así es como envejecemos. Incluso si en el futuro existieran robots diminutos que corrigieran estos errores, también acabarían fallando, porque dependen del mismo DNA que se va deteriorando. Por eso, aunque podamos retrasar el envejecimiento, no podremos evitarlo del todo. Tal vez, en lugar de soñar con vivir para siempre, lo más inteligente sea disfrutar del tiempo que tenemos, sabiendo que no durará para siempre.