El expresidente francés, Nicolas Sarkozy, fue sentenciado en apelación a tres años de prisión, dos de los cuales exentos de cumplimiento, por un delito de corrupción cometido en 2014. Sarkozy es el primer ex jefe del estado francés condenado a una pena de prisión efectiva. Sin embargo, el tribunal ha permitido que cumpla su sentencia en arresto domiciliario con un brazalete electrónico, evitando así la prisión física.

La presidencia de Sarkozy estuvo plagada de escándalos, incluyendo el uso de teléfonos móviles desechables, espionaje telefónico, e incluso un puesto de lujo en Mónaco. Pero más allá de estos escándalos, los tribunales han concluido que en 2014, Sarkozy sobornó a un fiscal general para obtener información privilegiada sobre un caso judicial, un delito por el que ahora está siendo castigado.

A pesar de esta sentencia, los problemas legales de Sarkozy no han terminado. Pronto se enfrentará a otro juicio por la financiación ilegal de su campaña presidencial en 2007. Además, está siendo investigado por su papel como asesor para una empresa rusa, y ha habido preguntas inquietantes sobre la contratación de su primera esposa como empleada. Sarkozy se convierte así en el segundo expresidente francés condenado por un tribunal, después de Jacques Chirac en 2011.

Esta condena podría marcar el final de la carrera política de Sarkozy. Aunque ha insinuado un posible regreso a la política, su condena hace poco probable que pueda hacer campaña con éxito. Sin embargo, todavía puede influir en su partido desde detrás de las escenas. Pero quizás lo más importante es que esta sentencia envía un mensaje claro: en Francia, nadie está por encima de la ley.

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