Oh, qué amor tan puro se tuvieron los vírgenes esposos! Más que Adán y Eva en los primeros días de su inocencia, José y María fueron la delicia del Señor, el éxtasis de los ángeles en el humilde hogar de Nazaret, que era similar al Edén en los primeros días de la creación: ¡todo era santo, todo
era inocencia, todo era hermoso!
— Beato Bartolo Longo