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Lección 3: Para el 18 de enero de 2020
DEL MISTERIO A LA REVELACIÓN
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 2:1–16; Hechos 17:28; Daniel
2:17–49; Salmo 138; Juan 15:5; Deuteronomio 32:4; 1 Pedro 2:4.
PARA MEMORIZAR:
“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos,
porque suyos son el poder y la sabiduría” (Dan. 2:20).
E
n las aguas alrededor de Groenlandia hay icebergs de muchos tamaños.
A veces, los pequeños témpanos de hielo se mueven en una dirección
mientras que sus contrapartes masivas fluyen en otra. Lo que sucede
es que los vientos de la superficie conducen a los pequeños, mientras que
las enormes masas de hielo son transportadas por profundas corrientes
oceánicas. Cuando consideramos el surgimiento y la caída de las naciones
a lo largo de la historia, es similar a explicar los vientos superficiales y las
corrientes oceánicas. Los vientos representan todo lo cambiante e impre-
decible, al igual que la voluntad humana. Pero existe otra fuerza que obra
simultáneamente con estas ráfagas y vientos que incluso es más poderosa
y muy similar a las corrientes oceánicas. Es el movimiento seguro de los
propósitos sabios y soberanos de Dios. Como dijo Elena de White: “Pero, como
las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de
Dios no conocen premura ni demora” (DTG 23). Daniel 2 muestra que es el
Dios del cielo quien en realidad impulsa la historia humana a su gran final.
Siguenos en MJA Latino: https://www.facebook.com/MJALatino/
Dona a este ministerio: https://paypal.me/graciasxayudar
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DEL MISTERIO A LA REVELACIÓN
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2:17–49; Salmo 138; Juan 15:5; Deuteronomio 32:4; 1 Pedro 2:4.
PARA MEMORIZAR:
“Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos,
porque suyos son el poder y la sabiduría” (Dan. 2:20).
E
n las aguas alrededor de Groenlandia hay icebergs de muchos tamaños.
A veces, los pequeños témpanos de hielo se mueven en una dirección
mientras que sus contrapartes masivas fluyen en otra. Lo que sucede
es que los vientos de la superficie conducen a los pequeños, mientras que
las enormes masas de hielo son transportadas por profundas corrientes
oceánicas. Cuando consideramos el surgimiento y la caída de las naciones
a lo largo de la historia, es similar a explicar los vientos superficiales y las
corrientes oceánicas. Los vientos representan todo lo cambiante e impre-
decible, al igual que la voluntad humana. Pero existe otra fuerza que obra
simultáneamente con estas ráfagas y vientos que incluso es más poderosa
y muy similar a las corrientes oceánicas. Es el movimiento seguro de los
propósitos sabios y soberanos de Dios. Como dijo Elena de White: “Pero, como
las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de
Dios no conocen premura ni demora” (DTG 23). Daniel 2 muestra que es el
Dios del cielo quien en realidad impulsa la historia humana a su gran final.
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