En una cultura en la que vale más un árbol muerto que un árbol vivo. En una cultura en que el desarrollo tecnológico, la muestra del poderío bélico, la organización política, el tesoro del reino valen más que una cultura supuestamente analfabeta; ¿para qué seguir defendiendo lo indefendible? Porque para el mapuche no existe la propiedad privada. No hablo aquí de personas puntuales, no hablo aquí de líderes específicos. Hablo de su buen vivir, de su relación con la tierra, con lo sagrado.