La mano de Dios está sobre nosotros todos los días — para amar, guiar, proteger y perdonarnos.

Cuando sentimos vergüenza por nuestros errores, el perdón está a nuestro alcance en una oración. Jesús siempre nos mira con amor — un amor incondicional.

Así como mi madre nos animó en nuestra fe, nosotros podemos ser mentores de otras personas a medida que crecen en la fe.

Así como mi maestra me dio una nueva identidad, ¡Dios también nos restaura para que podamos revelar los atributos asombrosos de Dios!

Al mirar atrás, esas respuestas fueron verdaderos milagros en mi vida, y mi hermana era un ángel amoroso que Dios me envió. Qué maravilloso es conocer a Dios comenzando con solo una oración fiel.

Todo pasó muy rápido y puedo testificar de la grandeza de Dios. El Señor me proveyó en todas las áreas — física, emocional, espiritual y financiera. Verdaderamente puedo decir que Dios siempre me acompañó.

Jesús también dijo a sus seguidores que tendrían momentos de soledad, pero prometió que nunca los abandonaría. Lo mismo es cierto para nosotros. Puede que tengamos problemas, pero nos armamos de valor porque Jesús ha vencido al mundo. Él está con nosotros en cualquier circunstancia.

Sea que celebremos el 6 de enero como el final de los 12 días de Navidad, o en reconocimiento del viaje de los sabios, o como la Epifanía —relevando al mundo el nacimiento de Cristo— es un momento especial para celebrar la fe, el amor y la esperanza en las promesas de Dios.

Ahora sé que mis «oraciones de alabanza» me recuerdan todo lo que Dios ha hecho, y mis «oraciones de petición» provienen de un corazón confiado y agradecido.

Podemos aceptar las dos verdades: los desafíos suceden y Dios es Dios. Y ante estas verdades, nuestro pilar de esperanza nos apoyará.