Jesús nos habla fuerte y claro, quien quiera ser discipulo debe estar dispuesto a renunciar a todo, seguirle totalmente. Esta exigencia de Jesús llama a una entrega generosa y un itinerario exigente para aquel que quiere seguirle.

Jesús enseña a orar a sus discipulos, es una oración confiada y sostenida.

Los afanes del mundo con frecuencia nos distraen, es tarea del discipulo saber discernir la voluntad del Señor y aprender a contemplarlo en el día a día. La contemplación en la acción y la acción en la contemplación es un binomio que marca la vida del buen cristiano.

La parabola del buen Samaritano, pone envidencia el deber de quien quiere llegar a la vida Eterna, amar a Dios y al Projimo, este binomio no solo se complementa, sino que se realiza uno en el otro. Amar a Dios es aprenderse a ver en el otro con compasión y generosidad.

Celebramos hoy la Solemnidad de San Pedro y de San Pablo, pilares fundamentales de la Iglesia Cristiana. En ellos tenemos el testimonio fiel y vivo del Dios hecho hombre que se no ha dado, en ellos vemos el reflejo del cristianismo, su testimonio y su vivencia en Cristo alimenta la vida de la Iglesia.

En el Evangelio de este domingo Jesús hace una pregunta a sus discipulos ¿Quien dice la gente que soy yo? Esta pregunta abre el telón a una serie de respuestas por parte de ellos; sin embargo, en ella se encuentra la brujula que debe de guiar al discupulo, es Jesús es Hijo de Dios que viene a morir por la salvación de todos.

Dios se nos revela como uno y trino, es Dios la comunidad perfecta, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo que viven en unidad, que son uno mismo nos traza el como el hombre debe aprender a vivir: en comunidad, en fraternidad en unidad. Mi relación con Dios es directamente proporcional a mi relación con mis hermanos, no puedo decir que amo a un Dios que no veo mientras desprecio a mi hermano que si veo. De igualmanera, deseamos vivir y convivir en comunión y en unidad con Dios Uno y Trino hemos de aprender a llevar esa realidad con el hermano que tengo al lado.

Celebramos hoy con gozo el día de Pentecostés, el Espíritu Santo ha sido derramado a nosotros por el amor de Cristo. Es ahora Él quien guía, enseña y cuida a la Iglesia. Es el nuevo comienzo, el cumplimiento de las promesas de Dios que se nos ha manifestado y ha puesto su morada en nosotros.

En la festividad de la asensión del Señor, vemos al proyecto de Dios cumplirse. Es Él quien lo ha hecho todo, quien lo ha renovado todo, Dios mumura detrás de cada obra salvifica que le dice al hombre: Aquí estoy.

Durante la pascua reflexionamos sobre el mandamiento del amor, Jesus resucitado nos habla y nos da su amor, no invita amar; sin embargo, hay que aprender a amar como Dios ama, hay que sabernos amados por Dios, hay que conocer el Amor que Dios y vivir en Él.