El Real Club Náutico de Palma ha ganado el pulso a la Autoridad Portuaria. Y no ha sido un pulso menor: el Tribunal Superior de Justicia de Baleares reconoce su derecho a la prórroga de la concesión y, con ello, asegura la continuidad del club en unas instalaciones que llevan más de un siglo sirviendo al deporte, a la ciudad y al mar.

La sentencia no solo despeja un futuro que llevaba tres años en vilo; también reivindica el papel que el RCNP ha jugado —y juega— en la náutica deportiva y social. La cantera, la Copa del Rey, el Sofía… Palma no sería Palma sin su club náutico, y el tribunal lo ha dejado claro: el acuerdo de 2019 es válido, el proyecto cumple la ley y la prórroga es un derecho, no un capricho.

Lo decía su presidente, Rafael Gil: “Es un día histórico para el club y para Palma”. Y lo es. Porque más allá del litigio jurídico, lo que está en juego es un modelo de náutica abierta, formativa, comprometida con la ciudad y con el Mediterráneo.

El Real Club Náutico de Palma entra ahora en una etapa nueva: más estable, más segura, y con la mirada puesta en mantener viva la cultura marinera que lo vio nacer hace más de cien años. Y eso, para quienes amamos este mundo, es una magnífica noticia.

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