Definitivamente cuándo somos pequeños vivimos un sin fin de cosas y así como tenemos episodios de felicidad, alegría y mucho gozo, también sufrimos miedos, inseguridades, traumas e incluso aprendemos respuestas automáticas que nos ayudan a sobrevivir y a ser aceptados, que a la larga cobran factura conforme vamos creciendo. Y es que aunque a veces sea difícil de creer, nuestra infancia influye 100% en nuestro comportamiento adulto. Y como he dicho varias veces por aquí, cuándo crecemos, es responsabilidad de nosotros mismos transformar nuestras creencias muchas veces limitantes, para sanar nuestras heridas y tener esa madurez, o esa capacidad de cortar aquellos patrones que condicionan nuestra libertad, de cuestionarnos, de explorar otras alternativas, de desaprender, de crear nuestra propia realidad, para aprender de nuevo y trascender. Te invito a escuchar el episodio que grabé con la psicologa Diana Leal sobre este tema tan relevante, Heridas de la Infancia: ¿qué son y cómo sanarlas?