El pasado domingo, el Atlético de Madrid cerraba la presente campaña con una derrota sonrojante en casa por 1-4 frente a Osasuna, que le abocaba a la cuarta plaza de la clasificación liguera. Por primera vez en mucho tiempo se baja del podium de una competición doméstica sumamente devaluada y deja en evidencia todas las miserias de nuestro equipo. Con una plantilla avejentada y sin hambre de victoria. Jugadores aburguesados con sueldos estratosféricos que dificultan la renovación profunda tan necesaria, mientras la capitanía del barco cada vez deja más dudas ante la inescrutable política deportiva de la sociedad más preocupada por cumplir con objetivos económicos que en la exigencia competitiva.