La geopolítica, en cuanto se refiere a las dinámicas de poder entre las naciones, siempre ha estado envuelta en un halo de misterio.
Más allá de los tratados, las reuniones oficiales y los discursos públicos, existe una dimensión esotérica, oculta y muchas veces incomprendida, donde se tejen los hilos invisibles de las relaciones internacionales, los conflictos y las guerras.
En esta dimensión, las decisiones no se rigen únicamente por la lógica racional o los intereses evidentes, sino por secretos celosamente guardados, alianzas inesperadas y fuerzas que rara vez salen a la luz.
Desde tiempos antiguos, los Estados han recurrido a estrategias veladas y operaciones encubiertas para proteger sus intereses o expandir su influencia. Más allá de la superficie, las sombras cuentan historias de espionaje, manipulación informativa y pactos que nunca quedaron registrados en papel. Se trata, en definitiva, de la danza secreta del poder, de la diplomacia opaca, de reuniones secretas en donde se decide el destino de regiones enteras, de la actividad ignota de los servicios secretos.
Incluso yendo más allá, podemos hablar de una geopolítica esotérica, condicionada la presencia de factores invisibles y simbólicos que influyen en las decisiones internacionales: lugares de poder, fechas significativas, fenómenos astrológicos, sociedades secretas o discretas…
Sin olvidar que las guerras, más allá de las razones oficiales, muchas veces responden a intereses inconfesables que raramente se ventilan en público.
Por si fuera poco, los enfrentamientos también se dan el terreno de la mente, con las actuales guerras cognitivas y sus poderosas operaciones de influencia.
La mayor parte de estos misterios se guardan en archivos clasificados a los que sólo un puñado de privilegiados puede acceder.
De todo esto nos habla el gran maestro Enrique de Vicente, poniendo luz a las sombras del poder y su relación con el amplio espectro geopolítico, analizando desde esta perspectiva los actuales conflictos que se dan por todo el planeta.