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Fue la imagen de portada del New York Times el 4 de agosto pasado, una imagen aérea de la Franja de Gaza en la que no se ve nada más que escombros. Esta foto de desolación la tomó el fotoperiodista español Diego Ibarra Sánchez desde un avión que lanzaba víveres sobre el enclave palestino.
RFI: Diego Ibarra Sánchez, usted trabaja en el Líbano. ¿Cómo surgió la oportunidad de fotografiar Gaza por los aires desde un avión del ejército jordano encargado de arrojar suministros humanitarios?
Diego Ibarra Sánchez: Vino a través del New York Times. Colaboro con ellos desde 2012, desde que vivía en Pakistán, y mis editoras me llamaron para ver si podía saltar desde Jordania. No era la primera vez que hacía esta misión. Ya la hice el año pasado. Tuve que organizar el viaje, alquilar una óptica larga para poder sacar las fotografías. Me fui directo para Jordania porque al día siguiente tenía la misión a las 10:00 de la mañana.
Lo importante de la misión era mostrar que, después de que se hubiera paralizado este tipo de ayudas, volvían otra vez a partir del 27 de julio. La intención de retomarlas era a raíz de estas fotografías de hambruna que habían mostrado las condiciones infrahumanas. De repente se volvieron a activar estas ayudas humanitarias a cuentagotas.
Incluso el ejército jordano decía que esos envíos no son muy viables en términos de proveer con ayuda humanitaria. Realmente lo único que es efectivo son las rutas terrestres. Éstas están casi cortadas y no se permiten.
RFI: Es una de las pocas soluciones humanitarias que autoriza Israel. ¿Cómo ocurren estos vuelos de descargue?¿Sabía, por ejemplo, a dónde iban a parar esos paquetes?
Diego Ibarra Sánchez: Exactamente no se sabe muy bien. La misión consiste en estar varias horas en la base, esperar a que se termine de cargar la carga de ítems básicos de comida, como arroz o aceites. Una vez que estás en el vuelo cuesta como unas dos horas ida y vuelta.
El gran reto es que en un minuto se abre la compuerta y se distribuye esta ayuda que cae en una especie de descampado. Durante uno minuto somos capaces de poder mostrar lo que está pasando.
Nos dijeron las fuentes del ejército jordano que fue en el sur de Gaza, pero no pudieron especificar en qué barrios caía. Yo apenas sentí que estaba volando por Gaza, tenía la frustración de de no poder estar ahí. Es una acción muy, muy limitada, muy corta y la verdad es que sigue habiendo un bloqueo de periodistas extranjeros que nos impiden cubrir Gaza.
Esta misión recae en los fotógrafos palestinos. Al día de hoy ha habido casi 200 muertos. A nosotros nos han dejado un minuto exacto para intentar arañar esas pequeñas pinceladas de esta realidad tan sangrante.
RFI: La imagen que usted llevó a la portada del New York Times durante ese minuto. Es una vista panorámica de la devastación a gran escala. ¿Al abrirse esa compuerta, se imaginaba usted semejante paisaje?
Diego Ibarra Sánchez: No, me lo esperaba y mira que había visto imágenes satelitales. Había visto el trabajo de otros compañeros sobre el terreno, compañeros palestinos. Pero no me imaginaba ver el nivel de destrucción que iban a captar mi cámaras. Para mí fue un momento, donde el corazón se te se te estruja como un puño.
Durante años me he especializado en documentar cómo afecta la guerra a la población civil, a los más indefensos. En ningún momento esperaba esta sensación, este sentimiento. Es la punta del iceberg.
Tienes un minuto para centrarte, enfocar e intentar sacar la mejor imagen que despierte conciencias y que lleve al espectador a hacerse preguntas acerca de lo que está viendo. Al final ese es nuestro objetivo: no dar respuestas estereotipadas, sino hacer preguntas.
La imagen que pude intentar rescatar muestra un vecindario completamente aplanado, destrozado, desolado. Llevo ya más de 10 años trabajando en zonas conflictivas. He visto barrios desolados, sin agua, sin luz, vacíos, abandonados. Pero aquí son kilómetros de destrucción, donde no quedan un pequeño atisbo para esperanza. Te das cuenta del impacto real de una guerra sobre una población civil.
RFI: El reportaje inicialmente era documentar el lanzamiento de los paquetes de suministros. ¿En qué momento se decide que editorialmente las fotos de la devastación son la noticia?
Diego Ibarra Sánchez: Desde el primer momento. Datos avalados por expertos demuestran que la única forma viable de entregar ayuda humanitaria es a través de vía terrestre a través de camiones. Por el tema de logística, de combustible, de gasto: es lo único que funciona.
Entonces, desde el primer momento la idea era intentar conseguir una imagen que mostrase esa deflagración, las consecuencias de la guerra sobre la población civil. Porque ahí estás mostrando la destrucción, no estás mostrando otra cosa, no estás posicionándote.
RFI: Se han reportado numerosos casos de gazatíes que han fallecido o han resultado heridos al intentar recuperar esos envíos aéreos. ¿Usted pudo presenciar lo que ocurría cuando esos paracaídas de víveres tocaban el suelo?
Diego Ibarra Sánchez: No, la acción es de un minuto, no tienes margen para para pensar y no da tiempo para ver que la ayuda llegue al suelo. Han habido muchas críticas respecto a que han muerto personas intentándolo recoger. También esa ayuda se vende al mejor postor, se hace uso y abuso de ella.
Pero nosotros como informadores, tomamos ese minuto que te dan. Me di cuenta que había personas esperando debajo de unas palmeras, en la carretera o en el descampado, esperando para ir a buscarla, refugiándose en las palmeras porque hace mucho calor. Eso lo vi después, una vez que lo hice en el ordenador, editando las imágenes.
Leer tambiénInformar desde Gaza: misión imposible
RFI: Como periodista de imágenes, ¿qué relato, qué visión de esta guerra se está proyectando cuando, como usted lo decía, hay un bloqueo de la prensa internacional e independiente en Gaza y solo se puede contar con las imágenes de periodistas atrapados en el enclave o con fotos aéreas como la suya?
Diego Ibarra Sánchez: El trabajo de un informador es contar. Es crear memoria a través de las imágenes e intentar documentar la realidad desde un punto de vista personal, porque la fotografía es personal.
Tenemos que intentar que hacer historias en profundidad, respetando a los protagonistas para despertar preguntas. Cuanto más cercano y más hemos profundizado la historia, más vamos a lograr que el espectador se plantee lo que está consumiendo.
Estamos en un momento en el que nuevas tecnologías, redes sociales, canales, influencers, youtubers y flujo de información no nos dan tiempo de pensar, ni siquiera en la primera imagen que hemos consumido.
La fotografía se convierte en esa pequeña ventana personal en la que se traslada al espectador de una forma más pausada, donde se da tiempo un poco para que piense, para que reflexione.
Fue la imagen de portada del New York Times el 4 de agosto pasado, una imagen aérea de la Franja de Gaza en la que no se ve nada más que escombros. Esta foto de desolación la tomó el fotoperiodista español Diego Ibarra Sánchez desde un avión que lanzaba víveres sobre el enclave palestino.
RFI: Diego Ibarra Sánchez, usted trabaja en el Líbano. ¿Cómo surgió la oportunidad de fotografiar Gaza por los aires desde un avión del ejército jordano encargado de arrojar suministros humanitarios?
Diego Ibarra Sánchez: Vino a través del New York Times. Colaboro con ellos desde 2012, desde que vivía en Pakistán, y mis editoras me llamaron para ver si podía saltar desde Jordania. No era la primera vez que hacía esta misión. Ya la hice el año pasado. Tuve que organizar el viaje, alquilar una óptica larga para poder sacar las fotografías. Me fui directo para Jordania porque al día siguiente tenía la misión a las 10:00 de la mañana.
Lo importante de la misión era mostrar que, después de que se hubiera paralizado este tipo de ayudas, volvían otra vez a partir del 27 de julio. La intención de retomarlas era a raíz de estas fotografías de hambruna que habían mostrado las condiciones infrahumanas. De repente se volvieron a activar estas ayudas humanitarias a cuentagotas.
Incluso el ejército jordano decía que esos envíos no son muy viables en términos de proveer con ayuda humanitaria. Realmente lo único que es efectivo son las rutas terrestres. Éstas están casi cortadas y no se permiten.
RFI: Es una de las pocas soluciones humanitarias que autoriza Israel. ¿Cómo ocurren estos vuelos de descargue?¿Sabía, por ejemplo, a dónde iban a parar esos paquetes?
Diego Ibarra Sánchez: Exactamente no se sabe muy bien. La misión consiste en estar varias horas en la base, esperar a que se termine de cargar la carga de ítems básicos de comida, como arroz o aceites. Una vez que estás en el vuelo cuesta como unas dos horas ida y vuelta.
El gran reto es que en un minuto se abre la compuerta y se distribuye esta ayuda que cae en una especie de descampado. Durante uno minuto somos capaces de poder mostrar lo que está pasando.
Nos dijeron las fuentes del ejército jordano que fue en el sur de Gaza, pero no pudieron especificar en qué barrios caía. Yo apenas sentí que estaba volando por Gaza, tenía la frustración de de no poder estar ahí. Es una acción muy, muy limitada, muy corta y la verdad es que sigue habiendo un bloqueo de periodistas extranjeros que nos impiden cubrir Gaza.
Esta misión recae en los fotógrafos palestinos. Al día de hoy ha habido casi 200 muertos. A nosotros nos han dejado un minuto exacto para intentar arañar esas pequeñas pinceladas de esta realidad tan sangrante.
RFI: La imagen que usted llevó a la portada del New York Times durante ese minuto. Es una vista panorámica de la devastación a gran escala. ¿Al abrirse esa compuerta, se imaginaba usted semejante paisaje?
Diego Ibarra Sánchez: No, me lo esperaba y mira que había visto imágenes satelitales. Había visto el trabajo de otros compañeros sobre el terreno, compañeros palestinos. Pero no me imaginaba ver el nivel de destrucción que iban a captar mi cámaras. Para mí fue un momento, donde el corazón se te se te estruja como un puño.
Durante años me he especializado en documentar cómo afecta la guerra a la población civil, a los más indefensos. En ningún momento esperaba esta sensación, este sentimiento. Es la punta del iceberg.
Tienes un minuto para centrarte, enfocar e intentar sacar la mejor imagen que despierte conciencias y que lleve al espectador a hacerse preguntas acerca de lo que está viendo. Al final ese es nuestro objetivo: no dar respuestas estereotipadas, sino hacer preguntas.
La imagen que pude intentar rescatar muestra un vecindario completamente aplanado, destrozado, desolado. Llevo ya más de 10 años trabajando en zonas conflictivas. He visto barrios desolados, sin agua, sin luz, vacíos, abandonados. Pero aquí son kilómetros de destrucción, donde no quedan un pequeño atisbo para esperanza. Te das cuenta del impacto real de una guerra sobre una población civil.
RFI: El reportaje inicialmente era documentar el lanzamiento de los paquetes de suministros. ¿En qué momento se decide que editorialmente las fotos de la devastación son la noticia?
Diego Ibarra Sánchez: Desde el primer momento. Datos avalados por expertos demuestran que la única forma viable de entregar ayuda humanitaria es a través de vía terrestre a través de camiones. Por el tema de logística, de combustible, de gasto: es lo único que funciona.
Entonces, desde el primer momento la idea era intentar conseguir una imagen que mostrase esa deflagración, las consecuencias de la guerra sobre la población civil. Porque ahí estás mostrando la destrucción, no estás mostrando otra cosa, no estás posicionándote.
RFI: Se han reportado numerosos casos de gazatíes que han fallecido o han resultado heridos al intentar recuperar esos envíos aéreos. ¿Usted pudo presenciar lo que ocurría cuando esos paracaídas de víveres tocaban el suelo?
Diego Ibarra Sánchez: No, la acción es de un minuto, no tienes margen para para pensar y no da tiempo para ver que la ayuda llegue al suelo. Han habido muchas críticas respecto a que han muerto personas intentándolo recoger. También esa ayuda se vende al mejor postor, se hace uso y abuso de ella.
Pero nosotros como informadores, tomamos ese minuto que te dan. Me di cuenta que había personas esperando debajo de unas palmeras, en la carretera o en el descampado, esperando para ir a buscarla, refugiándose en las palmeras porque hace mucho calor. Eso lo vi después, una vez que lo hice en el ordenador, editando las imágenes.
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Diego Ibarra Sánchez: El trabajo de un informador es contar. Es crear memoria a través de las imágenes e intentar documentar la realidad desde un punto de vista personal, porque la fotografía es personal.
Tenemos que intentar que hacer historias en profundidad, respetando a los protagonistas para despertar preguntas. Cuanto más cercano y más hemos profundizado la historia, más vamos a lograr que el espectador se plantee lo que está consumiendo.
Estamos en un momento en el que nuevas tecnologías, redes sociales, canales, influencers, youtubers y flujo de información no nos dan tiempo de pensar, ni siquiera en la primera imagen que hemos consumido.
La fotografía se convierte en esa pequeña ventana personal en la que se traslada al espectador de una forma más pausada, donde se da tiempo un poco para que piense, para que reflexione.
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