Educó a su sobrino Rafael en torno a dos grandes conceptos: la voluntad y la atención. La pista de tenis, a ojos de Toni Nadal, es algo así como el gran teatro de la vida. Todo lo que vemos dentro: la tenacidad, el esfuerzo, la honestidad, la trampa, la traición, la deportividad, el éxito, el fracaso… suele replicarse con asombrosa fidelidad en la oficina, el amor, el colegio, los negocios o la familia.
“Golpea cada pelota lo mejor que puedas”, le decía Toni a aquel niño que iba a convertirse en uno de los mejores deportistas de la Historia. Un rezo que, repetido con calma, revela una misión harto complicada: ser capaz de poner los cinco sentidos -y el sexto, si existe- en el momento presente.