En tiempos de inmediatez digital, hay quienes siguen defendiendo el valor de lo físico, lo pausado, lo que se toca. En esta conversación, conducida por Alfonso, los editores de Room Diseño, Antonio y Emerio, comparten su forma de ver el diseño, el papel y la experiencia estética desde un lugar más humano, casi ritual.
El encuentro —largo, generoso, sin prisa— navega entre anécdotas, ideas y silencios. Como si el propio formato de la charla fuese una declaración: no todo tiene que ser veloz para ser relevante.
El papel como objeto poético
Antonio lo dice sin rodeos: “No hay nada como poderlo tocar.” Para él, el papel no es un soporte, es una forma de presencia. Habla del olor de la tinta, del peso en la mano, de una lectura que ocurre de otra manera. “El papel mantiene esa cosa de fisicidad”, dice. Y añade: “Trae consigo una poética”.
En contraste con los contenidos digitales, que circulan rápido por redes y newsletters, el papel propone otra temporalidad. “El papel es para leer de otro modo”, afirma. No se trata de nostalgia, sino de entender que cada medio construye una relación distinta con el lector.
Formatos distintos, lecturas distintas
A lo largo de la conversación, se plantea una idea clara: no hay un solo modo de contar las cosas. Una publicación en papel puede convivir con una Newsletter, una campaña en redes o un podcast. Lo importante no es el canal, sino la intención. “Cada formato llega a un público distinto”, reflexiona Antonio. “Y cada uno merece su tono y su cuidado”.
Esta diversidad de formas no responde solo a una estrategia editorial, sino a una voluntad de diálogo múltiple. Como si cada medio ofreciera una manera diferente de mirar el mundo, y por tanto, de intervenir en él.
Lo colaborativo como forma de hacer
También hay espacio para hablar de procesos. Antonio y Emerio insisten en la importancia de lo colectivo. “Nos gusta trabajar con otros”, dicen. “Con ilustradores, tipógrafos, artesanos. Lo que surge del encuentro siempre es más rico”.
En este sentido, la artesanía no se opone a lo editorial: se entrelazan. El gesto de diseñar una revista, una exposición o una colección de objetos pasa por una red de saberes, miradas y afectos. Lo que se construye no es solo un producto, sino un lugar compartido.
Una despedida poética
Al cierre, Alfonso agradece el paseo compartido. Ha sido una hora y media de charla, de ideas cruzadas, de silencios fértiles. Y antes de terminar, deja caer una imagen que resume toda la conversación:
“Los dos se llaman Jesús, pero uno es arena y el otro es luna. Ahí se miran.”
Una frase enigmática, bella, que parece hablarnos del equilibrio entre opuestos: lo efímero y lo permanente, lo concreto y lo simbólico, el diseño como encuentro.