La tendencia natural del ser humano es huir o rechazar las confrontaciones y críticas. Cuándo alguien nos confronta o critica, la primera reacción es ponernos a la defensiva. Por esta causa muchas amistades se rompen, hermanos se pelean, y matrimonios se debilitan. En otros casos aparentamos aceptarlas pero cuando damos la espalda hablamos mal de quien nos afronta o en el mejor de los casos, ignoramos esa crítica y seguimos actuando igual. Unas veces a causa del orgullo y otras a causa del dolor; pero la mayoría de las personas huyen o rechazan la crítica aunque sea sana. Y es que a la verdad ser confrontado no es divertido, pero cuando esa crítica está respaldada por la palabra de Dios, es saludable y necesaria.