Si algún defecto podríamos encontrarle a Dios ese sería su FALTA DE MEMORIA PARA NUESTROS PECADOS. Dios, como nos lo dice hoy el Profeta, no está buscando castigarnos o enviarnos a la muerte eterna, sino todo lo contrario: continuamente, y desde la creación del hombre, ha buscado por todos los modos que el hombre lo ame, lo escuche, lo obedezca y tenga con ello la felicidad en este mundo y, después, la vida eterna.
La prueba máxima de este proyecto de Dios es habernos enviado a su propio Hijo para que por él tuviéramos esta vida profunda y llena de paz. Más aún, conoce nuestra debilidad y, como dice el salmo 103, sabe de qué barro estamos hechos, por ello no nos trata como merecemos. Cuando nosotros vamos al sacramento de la Reconciliación con un profundo arrepentimiento, Dios nos perdona y no se vuelve a acordar de nuestras faltas jamás.
La Cuaresma es un tiempo propicio para reconciliarnos, no sólo con Dios y con los hermanos, sino incluso con nosotros mismos; es tiempo de perdonar nuestros errores, de aceptarnos como somos y proponernos o re-proponernos nuevas metas. Ten ánimo, Dios quiere que tengas vida y que la tengas en abundancia.
Support the show