La gente estaba en la calle, cada vez en mayor número, y eran muchos los oficiales que se iban plegando al levantamiento; pero los castillos resistían, no había rendición y el gobierno de Ponce, en esa madrugada confusa del 20 de octubre, seguía aún en funciones. Un acontecimiento decisivo, sin embargo, se produciría algo después de las nueve, cuando la niebla ya se había levantado y se oían implacables todavía los disparos: una densa columna de humo comenzaría a elevarse hacia el cielo, visible en toda la ciudad, partiendo del Castillo de San José, uno de los dos puntos en que se concentraba la resistencia a los alzados.