“El recibimiento fue apoteósico, repique de campanas, vítores, acres increpaciones al régimen caído”. “Las calles de todo el recorrido, desde el aeropuerto hasta el Palacio, estaban atestadas de una enorme muchedumbre de personas de todos los estratos” nos confiesa uno de los miembros de la junta, Mauricio Dubois. La multitud, calculada en unas 150.000 personas, una cifra que admiten hasta los testigos opuestos a la Liberación y que algunos creen que aún fue superior, representaba una enorme proporción de la población total de la ciudad, calculada en poco más de 300.000 habitantes, lo que implicaba que la inmensa mayoría de los adultos se había volcado a las calles para aclamar con fervor a Castillo Armas.