Tito, el hijo de Vespasiano, fue recibido con alegría como su sucesor, y fue uno de los mejores gobernantes que Roma hubiera visto jamás. Era tan bueno como valiente y se le conoce como uno de los hombres más nobles que haya existido, y ejemplo para muchos aún hoy.
No tardó en ganarse los corazones del pueblo, y mereció el sobrenombre que le dieron, «deleite de la raza humana». Honrado y justo, Tito castigaba a los chivatos, falsos testigos y criminales, e hizo de ellos ejemplos para los malvados. Pero era muy generoso y cortés y dispuesto a hacer el bien. Cada vez que pasaba un día sin haber ayudado a alguien, exclamaba con lamentaciones: «¡Amigos, he perdido un día!».
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/