Cuando Octavio tomó el nombre de Augusto, recibió el poder supremo por diez años, pero, al llegar al final, su autoridad se prorrogó otro periodo, y luego otro, y otro, todo el tiempo que vivió. También obtuvo el permiso del senado de dejar el título de emperador a su sucesor.
Como recompensa por sus victorias, celebró tres triunfos, y uno de los meses del año fue nombrado en su honor, el actual agosto. Tras sus triunfos cerró el templo de Jano, como hemos visto ya, y hubo paz a lo largo y ancho del mundo romano, aunque no duró mucho.
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Fuente: «La historia de los romanos», de Hélène Adeline Guerber, disponible en https://academialatin.com/cultura-romana/historia-romanos-guerber/