Nosotros nos podemos equivocar muchas veces, pero Dios siempre tiene una manera única de recordarnos Su amor y perdón inagotable. En el caso de Pedro, luego de negar a Jesús 3 veces, fue un gallo que lo llevó a acordarse de lo que le había dicho Jesús, quien luego de eso lo miró. Esa mirada no fue de condenación ni para crear culpa, sino una mirada llena de amor.
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