Pues sí, la verdad es que a veces nos sobran los motivos para el descontento, o al menos eso parece. Echamos un vistazo alrededor y observamos demasiadas cosas que nos cabrean, o al menos eso nos cuentan. Y no, no quiere decir que muchas de esas circunstancias no existan, ¡para nada!, son reales hasta el sufrimiento. No obstante, de un tiempo a esta parte, hay algo en el tono con que las tratamos, un filtro en la mirada con que las analizamos, que resulta turbio y paralizante. Ese algo se llama… resentimiento.
El re-sentimiento, como su nombre indica, es la reiteración una y otra vez de algo que nos causa dolor, que nos frustra, que nos ofende. Es la sensación de bucle que se instala en nuestro cerebro y que nos recuerda nuestra condición de “víctimas”. Un trauma no resuelto ante nuestra sensación de reiterada impotencia.