Hacer una lista con todas las tareas que tenemos que abordar e ir tachando aquellas ya realizadas provoca en nosotros una sensación de orden y eficacia, reforzando nuestro bienestar y autoestima.
En algunas etapas de nuestra vida, sin embargo, las tareas comienzan a acumularse: limpiar la casa y recoger la ropa, hacer un trabajo de clase, pedir cita con el médico, solucionar un conflicto… Entramos, sin darnos cuenta, en el ciclo de la evitación: posponemos las obligaciones porque afrontarlas nos angustia, pero, al no realizarlas, el alivio inicial se transforma enseguida en malestar, lo que nos lleva de nuevo a evitar. A este fenómeno, los expertos lo denominan procrastinación.