Recordamos la conocida anécdota de la carpintería. Sí, aquella en la que se reunieron las herramientas para arreglar sus diferencias. Al martillo se le hizo renunciar porque hacía demasiado ruido y se pasaba el día golpeando. Este pidió que expulsaran a su vez al tornillo porque había que darle muchas vueltas para que sirviera para algo. El tornillo, molesto, pidió expulsar a la lija porque era muy áspera en el trato y siempre tenía fricciones con los demás…
En estas estaban cuando entró el carpintero, se puso el delantal y comenzó su trabajo. Utilizó a todas las herramientas y la tosca madera quedó convertida en un precioso mueble. Cuando la carpintería quedó sola de nuevo, habló el serrucho: “Compañeros, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades.