Ha llegado el momento tan esperado para Stephen King: ya es un escritor profesional y su legión de lectores y lectoras está en constante crecimiento. Es un gran momento y lo vive comenzando la escritura de una obra que imagina muy exitosa pero que poco a poco se transforma en una pesadilla. King no es infalible: la idea de un nuevo comienzo en Inglaterra dura apenas unas semanas, siente que se está repitiendo, y lidia con su propia crisis de los 30 años de la única forma que sabe.

Mientras tanto, en la otra punta de Estados Unidos, un ejemplar de su primera novela llega a las manos de un director de cine en pleno ascenso...

Al egresar de la universidad, Stephen King se encontró con que las oportunidades que imaginó no estaban presentes, y su situación económica cada vez se volvía más apremiante. Mientras trata de mantener a raya sus propios fantasmas, sigue sentándose cada noche a escribir en el cuarto minúsculo del trailer en donde vive. Sus escritos tienen una suerte dispar: encuentra un mercado que paga muy bien por sus cuentos, pero sus novelas siguen acumulando cartas de rechazo hasta que un día decide escribir una historia sobre una adolescente que, víctima del bullying, comienza a notar que tiene un poder increíble...y peligroso.

Lejos de la visión simplista y nostálgica de la década del '60, Stephen llegó a la universidad en un período complejo en la sociedad norteamericana, ya agotadas las mieles de la victoria por la segunda guerra mundial y un creciente conflicto en Vietnam. En solo cuatro años, la vida y el pensamiento de King cambió radicalmente. Lo único que no lo hizo fue su objetivo: ser escritor profesional. De aquel muchacho que llegó a Orono cargando una mochila de prejuicios al que egresó en pareja con la mujer de su vida, hijos, y una visión que lo acompañó desde entonces. Estos son los años más furiosos y también los que asentaron las bases del Stephen King que conocemos hoy en día.

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El 21 de septiembre de 1947, en un hospital de Portland, Maine, nació Stephen King o, como lo conocemos actualmente, el Rey del Terror. Ya desde el comienzo su vida no fue sencilla, y en sus primeros años atravesó desde el abandono del padre, múltiples mudanzas debido a la pobreza, y hasta enfermedades.  También tuvo sus primeros encuentros con la literatura y, antes de descubrir el cine o incluso tener un televisor, Stephen tomó un lápiz, una hoja, y se lanzó a escribir. Estos fueron sus primeros pasos.

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