Celia Cruz siempre le tuvo pavor a la
altitud de Bogotá, 2.640 metros sobre el nivel del mar, y se daba su tiempo en
la casa de Matilde Díaz para aclimatarse. Entre los músicos, a la hora de los
contratos, se solía hablar de pasar en la ciudad unos días previos para
aclimatarse, o tocar el mismo día de la llegada y regresar al día siguiente.
Ese temor se incrementó cuando Miguelito Valdés, que era su amigo, falleció de
un infarto el 8 de noviembre de 1978 en el Salón Rojo del Hotel Tequendama de
Bogotá. El dictamen médico fue hipoxia, una disfunción respiratoria por la
falta de oxígeno. Con el dolor por su muerte, Celia grabó el álbum Eternos
junto a Johnny Pacheco, disco que salió al mercado en diciembre de ese año, y
disco del que hablaremos hoy en La Hora Faniática.