Las historias mitológicas tienen sus significados y simbolismos para la cultura en la que fueron engendradas. Luego, a través del tiempo, muchos escritores las retoman y las resignifican para su propia época realizando una versión en la que algunos elementos cambian y otros permanecen. A veces hasta mezclan personajes de diferentes historias. Te dejo a continuación la versión escrita del relato del escritor argentino Marco Denevi
Es cierto que el rey Minos mandó a construir el laberinto. Pero el Minotauro es una pura invención. Los que se internaban en las galerías diseñadas por Dédalo morían de hambre y de sed, no porque los devorase ningún monstruo. Minos dejaba correr el infundio por dos razones. La primera, para que se siguiese creyendo que su mujer lo había engañado con un toro (capricho rayano en la locura, que no afectaba su buen nombre y honor de marido) y no, como era la verdad, con Dédalo. Y (la segunda razón) porque el terror es un excelente aliado del poder. Todo esto lo descubrió Teseo cuando, guiado por el hilo de Ariadna, entró en el laberinto con el propósito de matar al Minotauro. Como entró, salió. Pero a todo el mundo le dijo lo contrario para hacerse pasar por héroe. (La cara que pondría Minos oyéndolo y sin poder desmentir a ese fanfarrón). Claro que la presencia de Ariadna constantemente le recordaba su superchería. O quizás Ariadna intuyó algo, o el propio Teseo, ebrio de amor o de vino, le reveló la verdad. Por eso, en cuanto pudo, la dejó plantada.