En las democracias modernas no se puede plantear la derogación de una norma jurídica bajo secretismo, más aún, cuando la misma está en proceso de negociación entre patronal, obreros y gobierno. 

El acuerdo firmado entre el Gobierno y el partido EH Bildu, para sacar adelante la prórroga del estado de alarma en el Congreso de los Diputados, fue innecesario y de una torpeza política mayúscula. Una acción como esta genera crispación, inseguridad jurídica, puesto que las reglas bajo las cuales funcionan las relaciones laborales no pueden ser objeto de moneda de cambio.

La dimensión de la crisis económica generada por la pandemia del Covid-19, en Europa es colosal, ante ello, la Comisión ha puesto en marcha un ambicioso plan de reconstrucción en la eurozona para hacer frente a los destrozos. Para iniciar, pidió a los 27 países la apertura del espacio Schengen, a fin de facilitar la circulación de cara a las vacaciones de verano, pero siguiendo a rajatabla recomendaciones para evitar un rebrote de la pandemia del coronavirus.

Además de esta medida, La  Comisión Europea, ha abierto planes de financiación a través de sus diferentes organismos para que los países afectado accedan a recursos para la reconstrucción de la economía. También a esto hay que sumar la propuesta franco-alemana de crear un fondo de medio billón de euros, pero por medio de deuda europea emitida por la Comisión. 

Dicen que la buena relación se pone a prueba en tiempos de conflicto. Y esto es lo que ha pasado la semana anterior en Europa, cuando el Tribunal Constitucional de Alemania, ponía en duda el programa de deuda, puesto en marcha por el expresidente de Banco Central Europeo, BCE, Mario Draghi, para contrarrestar la crisis financiera de 2008. Pero la reacción de la Presidenta del BCE, Christine Lagarde, del Tribunal de Justicia de la Unión Europea y de la Comisión Europea, no se han hecho esperar y han salido en tromba a defender la legalidad del mismo.

Esto es una buena señal, porque demuestra la fortaleza de la Unión Europea, ademas de enviar un mensaje de confianza a los mercados financieros.  

La mayoría de los mortales sabíamos que el impacto del COVID -19,  sobre la economía podría ser demoledor. El baile de cifras ha comenzado a desfilar. Los organismos internacionales de financiamiento, la banca privada, los bancos centrales regionales y de cada país nos exponen diferentes cifras, pero la tónica es la misma: números que generan nerviosismo e incertidumbre. 

El gobierno ha presentado sus propias cifras, las cuales ha enviado a Bruselas, pero algunos economistas y analistas no se las creen, porque consideran que los números serán mayores.

Los economistas de la ortodoxia neoliberal hacen predicciones escalofriantes. Señalan, que el rescate económico está a la vuelta de la esquina y que el mismo vendrá acompañado de fuerte medidas restrictivas en el gasto. Que el déficit estructural se desbocará y que la reducción del mismo será muy lenta

La semana pasada estuvo marcada por la turbulencia en el mercado del petróleo, especialmente en el West Texas, referente en Estado Unidos. El precio cayó en terreno negativo, hasta 37,63 dólares por barril pagaban por llevarse el crudo hacia los almacenes. Esto ha marcado un hito en esta materia prima, indispensable para mover la producción mundial. 

No es un secreto para nadie, que el denominado oro negro es el indicador de cómo marcha la economía, si ésta se contrae o se paraliza, como es el caso, los precios caen. Aunque el incremento del precio volvió a marcar el mercado, esto puede ser un espejismo, si el comportamiento de la tendencia del Covid -19, se mantiene o no bajan los picos de contagios. Pero el actual coste del barril, no es rentable para las empresa petroleras, porque no cubre sus costes.

La economía está tocada y no valen las improvisaciones y la dilación para tomar medidas a fin de contrarrestar los efectos nefastos. 

La contracción de la economía a nivel global es un hecho en proceso de consumación. Las proyecciones  que ha realizado el Fondo Monetario Internacional, FMI, son demoledoras. Las economías del primer mundo son las que sufrirán el mayor impacto en su Producto Interior Bruto, PIB. En Europa: Italia, España, Alemania y Francia, el impacto del Covid -19, les dejará muy tocadas.

La mayoría de los economista y analista coinciden, en que la actual crisis sanitaria generará la peor caída de la economía global desde la gran depresión y que la recuperación de la misma será lenta, de manera escalonada y a diferentes velocidades.   

El impacto económico que dejará la pandemia del COVID -19, aún no se conoce, ni se proyectan cifras, pero en lo que sí coinciden muchos analistas es que puede ser parecida a la crisis financiera de 2008.  Esta pandemia ha tocado a los grandes mercados financieros, con sendas pérdidas en el primer trimestre del año, acentuadas, sobre todo, por las fuertes caídas en el mes de marzo.

Frente a esta situación, tan grave, a la Unión Europea le ha costado reaccionar, por la postura de los países del norte ante las peticiones de sus socios del sur. Al final se ha llegado a un acuerdo, que aún no convence a España, Italia y a Francia. 

La ausencia de la actividad en casi todos los sectores productivos, por el confinamiento a fin de reducir el impacto del COVID - 19, no parece suficiente para algunos políticos españoles, quienes han arremetido con dureza contra el ejecutivo de Pedro Sánchez. Los partidos independentistas y sus satélites, las asociaciones, han acusado al gobierno de aplicar el artículo 155 de forma encubierta bajo el estado Alarma para centralizar las competencias de salud, seguridad y educación. Cinismo puro y duro.

El impacto económico de la pandemia  aún no se puede calcular, pero las señales que emite el mercado de trabajo no son buenas, porque el sector empresarial ya está poniendo en marcha los Expedientes de Regulación de Empleo Temporal, por la paralización de la actividad económica. 

El Coronavirus no sólo amenaza la salud de las personas, sino que se ha convertido en el compañero perfecto para que los especuladores bursátiles pongan en peligro la economía mundial.