No vayas a la deriva por la vida como lo hacen los incrédulos, viviendo para el próximo placer momentáneo. No vivas en la vanidad de tu mente. Vive con un propósito piadoso a la luz de la eternidad.

Veamos la segunda forma en que viven los incrédulos, y que no debemos seguir.

Después de hablar sobre el crecimiento saludable del cuerpo de Cristo, ahora, los siguientes versículos se enfocan en cómo el andar digno afecta la santidad personal. Por la misericordia de Dios, los creyentes han sido rescatados de este presente siglo y ahora viven como nuevas criaturas en Cristo.

El tercero de los signos vitales de un cuerpo sano es que crece hacia la semejanza de Cristo al someterse a Su señorío en todas las áreas.

Pablo se incluye a sí mismo cuando escribe: “crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”.

El segundo de los signos vitales es: Un cuerpo sano practica la verdad equilibrada con el amor. A diferencia de los niños espirituales que son zarandeados por las olas y los vientos de la falsa doctrina, un cuerpo sano habla la verdad en amor.

Concluyendo con el primero de los cuatro signos vitales, espiritualmente, hay muchas comparaciones. Pablo aquí dice que los falsos maestros usan astucia. La palabra griega es kubeía, de donde obtenemos nuestra palabra “cubo”.

Continuando con el primero de estos signos vitales, las olas y vientos de falsa enseñanza que se mencionan en este pasaje son las poderosas corrientes de la filosofía mundana que Satanás pone en escena para socavar la verdad bíblica.

Toda la Biblia (especialmente el Nuevo Testamento) está llena de advertencias sobre los falsos maestros y exhortaciones a creer en la verdad revelada por Dios y aferrarse a esa verdad a toda costa.

Este pasaje nos presenta cuatro signos vitales de salud espiritual. Se centra especialmente en la salud de todo el cuerpo, aunque los miembros individuales deben estar sanos y en crecimiento para que todo el cuerpo sea fuerte.

Pablo relaciona la unidad de la fe con el conocimiento del Hijo de Dios. Pablo rara vez usa el título Hijo de Dios (ver, Rom. 1:4; Gálatas 2:2; 1 Tes. 1:10), que enfatiza la deidad de Cristo,...

La meta es la edificación del cuerpo de Cristo.

Edificar representa un edificio en construcción, pero Pablo lo usa aquí con el cuerpo de Cristo, donde la analogía sería el crecimiento físico.