Al principio les acusamos de ser los grandes supercontagiadores de la pandemia. En lo más duro del confinamiento no les permitimos ni salir de casa, cuando hasta los perros podían salir de paseo. Vieron sus parques cerrados mientras las terrazas de los bares se llenaban de adultos y cervezas. Les hemos limitado la relación con sus iguales. Les hemos restringido privado de muchas de sus necesidades. Han llevado durante este curso las mascarillas durante muchas más horas que la mayoría de las personas adultas. Desde luego muchas más que los que ponían las normas. Les llamamos héroes pero en realidad han sido unos grandes perjudicados por la pandemia. Y les debemos al menos un gesto. Aunque sea por una vez, tengámosles en cuenta y permitamos m que sean los primeros en prescindir de las mascarillas en exteriores. Al menos de manera simbólica. Aunque solo sea un gesto, para hacerles ver que aún les tenemos en cuenta y que reconocemos su esfuerzo y sacrificio.

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