El programa de hoy está dedicado a un gran músico y, a la vez, a un tipo bastante peculiar, un poquito indeseable. RICHARD WAGNER.
Una persona que huía de sus acreedores amparándose en la noche, una persona que en París recibe el apoyo económico de un acaudalado judío y que, en agradecimiento, le dedica un panfleto poniéndole a caldo, una persona que en su exilio en Suiza mantuvo una relación con la mujer de su benefactor, una persona que se muestra rastrera y servil con el Rey bávaro Luis II para conseguir su favor, en fin, como hemos dicho, una persona peculiar. Pero cuando escuchamos el preludio Tristán e Isolda, cuando suena el paso de las valquirias o el preludio de Los maestros cantores de Nuremberg, entonces casi se nos olvida el abismo que separa a la persona de su obra. En fin, el eterno conflicto. ¿Ensombrece la obra genial de un artista su vida privada? En mi opinión, deberíamos valorar en su justa medida la obra del artista y conocer su vida privada. Desmitificar al hombre valorando, por supuesto, su obra.
Y la obra de Wagner es indiscutible.