Hoy vamos a escuchar el instrumento con el timbre, para muchos, más bonito de la orquesta. Hablamos del oboe.

El oboe, del francés: hautbois, “madera alta o aguda”es un instrumento de la familia viento-madera, con forma cónica y cuyo sonido  se emite mediante la vibración de una lengüeta doble. Su timbre se caracteriza por una sonoridad penetrante, mordente y algo nasal, dulce y muy expresiva. ​

Y para poder apreciar todas sus tesituras, hemos elegido una serie de conciertos para este instrumento compuestos por Tómaso Albinoni, el ficticio autor de la composición musical más célebre de una supuesta época barroca (el Adagio asociado a su nombre). No obstante, Tomaso Albinoni fue un autor altamente prolífico aunque hoy se le recuerda principalmente por su música instrumental: 80 óperas, 40 cantatas, 79 sonatas, 50 conciertos y 8 sinfonías. Albinoni fue un cualificado representante del típico barroco italiano, contemporáneo de Vivaldi, y como éste, nacido en Venecia.

Habíamos dejado a nuestros personajes al final del segundo acto de la representación de las Bodas de Fígaro, inmersos en un crescendo dramático a veces sutil, a veces explícito, que había convertido la escena en un caos.

Ya ha empezado el tercer acto y nos disponemos a escuchar el recitativo y el aria que interpreta el Conde lamentándose de su mala suerte a pesar de su peso en la corte.

Las Bodas de Fígaro, la ópera bufa en cuatro actos que Mozart compuso en los años 1785 y 1786 y que estrenó en Viena el 1 de mayo de 1786, dirigida por él mismo, es la obra de la que nos ocuparemos en esta ocasión.

Hoy está considerada como una de las mejores creaciones de Mozart y una de las óperas más importantes de la historia de la música, a pesar de recibir muchas críticas en su época. Lorenzo Da Ponte fue el creador del libreto y, con esta obra, comenzó una fructífera colaboración entre ambos que dio como resultado tres obras maestras del género: Las bodas de Fígaro, Don Giovanni y Così fan tutte.

Muy buenas tardes amigos, ir acomodándoos por que hoy nos encontramos en una sala de conciertos, atraídos por la figura de un director de orquesta de primera línea, alemán y destacado intérprete de la música de su país del periodo romántico.

Hablamos de Kurt Masur, y con la Berlín Radio Symphony Orchestra bajo su batuta, escucharemos hoy obras de Haydn, Mozart, Bizet y Tschaikowsky.

Profesor de la Academia de Música de Leipzig desde 1975, fue un músico que, afortunadamente en vida, recibió muchos honores y fue muy reconocido por el público.

Hoy tenemos con nosotros a Igor Fiodórovich Stravinski, Stravinski para los amigos. Su padre, Fiodor, fue bajo de la Ópera Imperial, y también protagonizó algunos grandes papeles de la historia de la ópera nacional.

Como en otros casos, el padre se oponía a que su hijo se dedicase a la música, pero murió en 1902, cuando Igor tenía 20 años. Tal y como le había prometido a su padre, terminó la carrera de derecho, aunque sin ninguna intención de ejercer la profesión. De hecho, mientras estudiaba, ya estaba componiendo y aprendiendo del maestro Rimski-Korsakov.

Hoy vamos a escuchar obras para piano del extraordinario músico español Isaac Albéniz, mundialmente conocido como compositor nacionalista, creador de brillantes y preciosas piezas para piano y, además, autor de ambiciosas óperas de filiación anglo-germánica y de canciones que pueden equipararse con lo mejor del género.

El repertorio de hoy comprende seis de las ocho páginas de la Primera Suite Española y otras estampas de la geografía española.

Albéniz publicó y estrenó la colección España en 1890, desde la lejanía de su recién estrenada residencia londinense. Piezas breves y maestras, frescas y directas; sin artificios, como escritas a vuelapluma e impregnadas de un evidente sentimiento estético nacionalista cada vez más asentado y profundo en su obra.

Artur Rubinstein nació en el seno de una familia judía de tejedores afincada en Polonia. Empezó a estudiar piano a los tres años. Poco después pasó a la tutela del músico Alexander Rozincki, que rápidamente se desesperó porque nuestro amigo era, díganoslo suavemente, un poquito vago. Sin embargo, la vida es injusta, su enorme talento musical le llevó a dar su primer concierto en público cuando contaba sólo con seis años.

Hoy tocará para nosotros el Concierto núm. 1 in RE menor, Op. 15, de Brahms.

Esta grabación se realizó en Chicago, el 17 de Abril de 1954. Le acompaña Orquesta Sinfónica de Chicago, dirigida para la ocasión por Fritz Reiner.

Hoy volvemos a encontrarnos con nuestro niño prodigio favorito: MOZART. Y lo haremos con dos de los 27 conciertos para piano y orquesta que compuso a lo largo de su vida. Concretamente los números 12 y 20 de su catálogo.

La estructura de estos conciertos está escrita en tres movimientos siguiendo el esquema clásico: un primer movimiento rápido (casi siempre un allegro), un segundo movimiento lento (un Adagio o andante) y un tercer movimiento rápido (normalmente, allegro).

En sus conciertos para piano, Mozart exige al intérprete una enorme habilidad técnica y un dominio completo de los recursos que ofrece la orquesta. Habilidad y recursos que, desde luego, él tenía.

En la actualidad, se considera que los conciertos para piano de Mozart constituyen la cumbre del concierto clásico y han sido y son los más influyentes en el devenir de la historia de la música.

Hoy dedicaremos el programa a repasar algunas de las obras más representativas de un gran músico: Claude Debussy, compositor francés nacido en 1862 fue uno de los músicos más influyentes de finales del siglo XIX y principios del XX.

No solo se le considera el compositor francés más grande que existió, sino también el revolucionario que con el Preludio a la siesta de un fauno, de 1894, inició el curso de la música del siglo XX.

Debussy era un hombre complicado y reservado, que daba pocas facilidades para acercarse a él. Tenía pocos amigos y, desde luego, ninguno íntimo. Seguramente no le ayudaban ni su origen humilde ni las protuberancias óseas en la frente que le daban un aspecto extraño.

A pesar de todo, su talento le convirtió en un brillante pianista admirado en el Conservatorio de París a la temprana edad de diez años.

¿Qué tal amigos?, preparaos porque hoy nos vamos otra vez a la ópera, ¿por qué no?, lo tenemos muy fácil, solo tenéis que seguir escuchando, pero eso sí, con mucha atención porque hoy vamos a tener la suerte de poder disfrutar de otra de las mejores obras de su autor, Giuseppe Verdi, hablamos de “Rigoletto”.

Esta ópera de Verdi inició la trilogía que le aupó a lo más alto de su popularidad, aunque ya había cosechado algunos logros anteriores como Nabucco, Ernani o Macbeth.

La ópera se estrenó en el Teatro de la Fenice en 1851 y cosechó un gran éxito popular desde el primer día. Basada en la obra del francés Víctor Hugo, tuvo grandes problemas con la censura por considerarla inmoral y obscena. Tras un tira y afloja entre los censores y el compositor, éste consiguió mantener lo fundamental y sólo cambió el emplazamiento de la obra de Francia al ducado de Mantua y otras cosas menores.