Hoy vamos a recordar a un destacado interprete de la viola de gamba, un instrumento muy utilizado entre los siglos XV y XVIII, que tiene una forma similar a la del violonchelo y que adquiere este nombre, viola de pierna, para diferenciarlo de la otra viola de braccio, de brazo.

Nuestro invitado de hoy, Marin Marais, fue también un consumado compositor para este instrumento. Escribió cinco libros de pieces de viole, la mayoría suits con bajo continuo. Estas piezas eran bastante populares en la corte de Luis XIV, y por ellas fue recordado durante mucho tiempo.

En 2020 se publicó en España, en Alianza Editorial, un libro de O. G. Sonneck titulado “Beethoven contado a través de sus contemporáneos”. Por sus páginas desfilan ilustres figuras de la cultura de los siglos XVIII y XIX (Mozart, Goethe, Rossini, Listz…) que con el testimonio de sus diarios, cartas y memorias, nos ofrecen una semblanza del genio, con sus luces y sus sombres, pero con la innegable garantía de proceder de sus contemporáneos, de personas que lo conocieron personalmente por que, como dice Grillparzer en su oración fúnebre: “Beethoven era un artista, pero también era un hombre”.

Así que, basándonos en este libro, que por supuesto os recomiendo para poder disfrutarlo en su totalidad, vamos a repasar unas cuantos testimonios que nos ayudaran a conocer y a comprender al sordo genial.

Y por supuesto, escucharemos su música. Trío nº 3 en C menor, op. ⅓, primer movimiento: allegro con brío.

Hoy, nuevamente, nos vamos a la ópera. Nabucco es una tragedia lírica en cuatro actos que el maestro Giuseppe Verdi estrenó el 9 de marzo de 1842 en el Teatro de la Scala de Milán.

Cuando Verdi recibió el encargo de esta composición, su estado de ánimo era, por decirlo de alguna manera, lamentable. Su último trabajo, Un giorno di regno, había sido un fracaso. Pero lo más trágico había sido la muerte de sus dos hijos y su esposa en un breve espacio de tiempo. Tal era el estado de ánimo de Verdi que estaba decidido a dejar la ópera. Tras la insistencia del empresario de la Scala, Bartolomeo Merelli, definitivamente aceptó el encargo.

Hoy dedicaremos nuestro espacio a recordar a Gustav Mahler, el hijo de un comerciante judío que nació en Kalischt, Bohemia. Esta condición de judío nunca le facilitó las cosas. Él mismo resumía su estado como “un apátrida que era bohemio en Austria, austriaco entre los alemanes y judío en el mundo: un intruso en todas partes y en ninguna bienvenido”.

No obstante, todas estas circunstancias no impidieron que Mahler consiguiera conformar su inconfundible e inimitable estilo musical, un estilo en el que se funden una radical modernidad y una triste nostalgia, tristeza y dinamismo, la canción popular y lo hipermoderno. Esto es Mahler.

Hoy volvemos, y os pido perdón por la insistencia, con Chopin, una debilidad mía, una más. Pero creo que merece la pena, el Concierto para piano y orquesta número 1 en Mi menor, Op. 11, es una escusa perfecta para disfrutar de la música de piano, una música que en muy pocas ocasiones alcanza el nivel del genio de Chopin.

Cuando trabajaba en la composición de este concierto ya era un músico con un gran prestigio y una fama consolidada, pero al mismo tiempo, en su querida Varsovia se producían continuas revueltas y levantamientos, reprimidas con dureza por las autoridades rusas y en las que se produjeron numerosas muertes. Esta circunstancia ocasionaba a Chopin un gran desasosiego.

Hoy nos ocuparemos de la música del compositor noruego más importe del romanticismo, un músico que consiguió, igual que “los famosos cinco” en Rusia o Smetana y Dvorak en Bohemia, combinar la música folclórica de su país con las formas de la tradición clásica, dando lugar así a una música culta nacionalista. Edvard Grieg, que así se llama nuestro invitado, nació en Bergen el 15 de junio de 1843. Estudió piano con su madre, pianista profesional y, más tarde, en el conservatorio de Leipzig.

Releyendo el otro día el libro de Pedro González Mira, “Esto no estaba en mi libro de HISTORIA DE LA MÚSICA”, que por supuesto os recomiendo, volví a encontrarme con una estupenda definición de lo que es la música.

“La música es un misterio”.

¿Por qué gusta a los ignorantes y a los eruditos?, esto se lo preguntaba Voltaire; ¿es pura matemática?, se pregunta el propio González Mira; ¿por qué afecta a mi sistema nervioso?, se preguntaba Lenin.

Pues por eso, porque es un misterio. Se que es obviedad decirlo pero no seré yo el que lo resuelva. Así que, lo mejor que podemos hacer con la música es disfrutarla.

Hoy lo haremos con dos obras de Mendelssohn, El sueño de una noche de verano y la sinfonía núm 4 en La mayor, Op. 90, “Italiana”.

Como diría nuestro admirado maestro Fernando Argenta, hoy dedicaremos nuestros espacio al “cura pelirrojillo”, esto es, Antonio Vivaldi, uno de los más grandes compositores barrocos que influyó en la evolución de la música en toda Europa y que fue fundamental en el desarrollo de la obra de Johann Sebastian Bach.

Su producción fue enorme pero sobre todo, innovadora. Fue él quien dio la estructura formal y rítmica a los conciertos, con composiciones llamativas y llenas de vitalidad. Hoy vamos a centrarnos en algunos de estos conciertos.

Gustav Mahler afirmó: “Solo hubo Beethoven y Wagner, después de ellos… nada”. Bueno, pues hoy vamos a dedicar nuestro espacio a uno de estos dos genios: Richard Wagner.

Nuestro ilustre invitado de hoy nació en Leipzig, Alemania, el 22 de mayo de 1813, y se ha consagrado para siempre como un artista total: compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo y teórico musical del Romanticismo, destacando sobremanera sus operas, o “dramas musicales” como a él le gustaba llamar, en las que, a diferencia de otros compositores, asumía también el libreto y la escenografía.

Hoy repasaremos algunas de sus obras más significativas y esbozaremos su biografía.

Muy buenas tardes queridos melómanos, hoy dedicaremos nuestro espacio a escuchar la obra por la que su autor, Carl Orff, es mundialmente conocido. Hablamos, por supuesto de “Carmina Burana”, una cantata que el músico alemán compuso entre lo años 1935 y 1936.

La obra está basada en 24 poemas de la colección medieval “Carmina Burana” y se estrenó en la Ópera de Frankfurt el 8 de junio de 1937. Forma parte del tríptico “Trionfi”, e incluye “Catuli Carmina” y “Trionfo di Afrodita”.

Esta cantata comienza y termina con el famosísimo tema O Fortuna, así que vamos con la música, “O Fortuna”.