En el bautismo de "su Hijo amado", el Padre cargó sobre Jesús la responsabilidad de vencer al pecado, al diablo y a la muerte. En su Hijo Dios abrió el cielo para nosotros, para que bajara la ayuda, el poder, la gracia. Dios abrió el cielo, su casa, para descargar toda su ternura y hacer llover sus bendiciones sobre nosotros.