En 1902, España estaba decepcionada consigo misma. Habíamos perdido Cuba, el último reducto de un gran imperio que nos empujó a mirar hacia nuestro propio país, uno de valores alterados y herencias que nadie quería. Parte de la esencia de esta época define Cañas y barro, obra de Blasco Ibáñez ambientada en La Albufera de Valencia la cual teje una historia de rebeldía entre el protagonista, Tonet, hacia su abuelo y su padre, dos humildes agricultores, y su historia de amor con Neleta. Pieza clave del naturalismo, Cañas y barro es una novela de tintes costumbristas tan sólida como adictiva.