En este Domingo hay tanta riqueza en las lecturas. Por una parte, se nos invita a descubrir que nuestra llamada, nuestra misión en este mundo, parte de Alguien que nos ama con locura y nos quiere felices. Para Jeremías fue una vocación a la profecía, y ¿para nosotros?
Luego, por otra parte, San Pablo nos lleva a descubrir la esencia del AMAR, del cómo deberíamos amar a los demás, sin intereses sino dándolo todo.
Y por último, el Evangelio nos lleva a vivir con Valentía nuestra vocación: a ser discípulos coherentes de Jesús.