Modulando el tono del tema de cabecera y con nueva cartelería, como corresponde al comienzo de una temporada nueva, Jesús Panadero y Txux Bodegas nos acercan (el veraniego solaz pasado) una nueva entrega del brebaje sonoro al que acostumbran. Como quien no quiere la cosa, así, la apertura de la tercera temporada de Por caminos raros nos arroya en una celebración del “tiempo de lluvia” que, más que loa o remedo de la otoñal modorra, se quiere celebración del aquí y el ahora, trasunto del mañana y del ayer que lo sustenta.

Si llueve en las rocas, en los desiertos y en los mares, si la lluvia se apresta a caer donde ni es esperada ni tiene utilidad alguna, ¿por qué habría de ser “para algo” ese tiempo en el que pasa, en el que acontece, en el que entristece, alegra o asalta?

Mas no se arredre el ánimo, que donde la amistad acampa la lluvia riega.

La segunda temporada de Por caminos raros se nos ha vencido. Inopinadamente. Jesús Panadero sugiere que nunca fue siquiera un deseo. Txux Bodegas, en cambio, dice que no es para tanto, que metidos en harina se va a donde se deba: se sigue el camino hasta nunca llegar a término.

Para este programa, Jesús y Txux han roto las brújulas, olvidado los mapas y buscado el modo de perderse sin camino. Invitan, por eso, a viajar “Donde te lleve el viento”. Sin querer saber por dónde ir, hacia dónde dirigir la marcha: sin fijar mapas de la nada, sin fabularlo.

Por caminos raros, un mes más, Txux Bodegas y Jesús Panadero vuelven a rizar el rizo. Trazando caminos imposibles más que raros. Componiendo sintagmas de espuma para simular campos y otros abismos. Trazando tiempos que se saben ruta fugaz, caminar deslizado, superficial, por definición proceloso y procaz, acaso. Caminar peligroso: húmedo y lascivo.

Por caminos raros nos invita esta vez a transitar el mar. Trazando un plano que delimitan boyas y no curvas de nivel. Cota cero. Profundidad. Camino, en todo caso. Estela infinita. Cuenco matricio. Extensión. Altura.

Por caminos raros nos trae este mes una novedad no sin importancia: sin que sirva de precedente, Jesús Panadero cree haberse impuesto a las tendencias más ácidas de Txux Bodegas para trazar las coordenadas de un viaje que se adentra por tierras fértiles y gratas. Menos ingenuos, sabemos que Txux ha sembrado, aquí y allá, alguna que otra carga oculta esperando encontrar caminantes desprevenidos, olvidadizos o simplemente desavisados.

En Por caminos raros, este mes, Madres. Invitación a dejarse llevar. Invitación al reencuentro. A la memoria de una gratuita simbiosis de la vida.

Tanto Txux Bodegas como Jesús Panadero se han empeñado en hacer justicia al nombre de este su/nuestro Por caminos raros. Raros. Ya sea por sus coordenadas, ya por su mirada. Sin tabúes. Sin contemplaciones. Sin miedos. Manifestando incomprensión y expresando desapego. Conjurando ese “a por nosotros” que lanzaron y lanzan arrastrando, a lo que parece, consensos en la obediencia y en la vindicación de la impotencia.

Ni querida ni leches: adiós. Si es eso, ahí os quedéis. Se os pudra en los huesos.

Por caminos raros, Txux Bodegas y Jesús Paradero recorren en este nuevo programa las marcas del trabajo sobre el cuerpo: sobre la espalda y sobre la cabeza. Vieja tortura, moderno instrumento de producción de sometimiento o de obediencia. El trabajo como obligación. El trabajo como condena. El trabajo como como poder ajeno.

Ni los lugares comunes de la realización ni los espacios trillados de una supuesta dignidad cantada: caminos raros de la mirada crítica. Rechazo del trabajo.

El programa de Por caminos raros que nos presentan este mes Txux Bodegas y Jesús Panadero no traza mapas ni dibuja fronteras. De forma decidida y consciente se queda plantado o, mejor, se planta: no a la guerra.

Siempre ha habido guerras y siempre, en algún lugar, ha habido muertos invisibles, de esos que sólo salen en los noticiarios como fondo que concita el asombro: ¡cómo está el mundo! Los señores de la guerra se han ocultado tras los escritorios de grandes empresas, pero han estado siempre trabajando para la muerte, haciendo dinero.

Pero les vemos, Txux y Jesús nos lo recuerdan. A través de sus máscaras, más allá de sus caras, de sus ojos, de sus cerebros, vemos la podredumbre que les hace vencedores, que les hace asesinos.

Y es por eso que al hilo de los tambores de guerra que retornan a la vieja Europa (ya suenan las bombas, ya vuelan los misiles) les hacen un corte de mangas y les mandan un recordatorio: tras vuestra aparente alegría, tras vuestra opulencia, tras vuestro poder, vosotros sois quienes estáis muertos. Sois la muerte. Y tenedlo claro: os venceremos.

Hay caminos más difíciles que otros. Caminos que cuestan. De cuya existencia se sabe pero cuyo recorrido nos hurta la sospecha de procelosa compañía. Txux Bodegas y Jesús Panadero quieren hoy trazar la aproximación, a carboncillo, de uno de ellos. De uno que es, más que raro, terrible. Porque antes siquiera empezar a recorrerlo, quien lo hace, ha conocido lo invivible o sus secuencias.

No son caminos por donde un amigo se vaya. Más bien aquellos por donde uno mismo se marcha, por donde parte sin querer regreso alguno, deseando, acaso, que haya alguien que en él piense.

¿Mapas? Ninguno. ¿Indicaciones? Olvídate de cuanto hayas oído. Un solo deseo: que mires dentro y, si puedes, descanses en la mayor paz posible.

Un nuevo capítulo de Por caminos raros llega a las ondas de la mano de Radiopatía. Todo porque Txux Bodegas y Jesús Panadero vuelven por dónde solían: caminos raros en los que nadie encuentra trillo. Y en estas que, transitando, han venido a dar con la paradoja del hacer pasivo, del adaptarse, del dejar hacer y, por ahí, del quedarse abrigados y, cuanto posible, quietecitos. Jesús y Txux, nuestros geógrafos, buscando el norte, han encontrado el invierno. Un territorio en que deciden todos menos el pagano.

Hades, Zeus e incluso Deméter trazando y destrazando curvas de nivel por donde traer y llevar a la buena de Persi sin preguntar sus preferencias. Y la buena de Persi, entre tanto, dejándose querer o, más bien, dejándose secuestrar, a beneficio de inventario.

Jesús insiste en que paradoja. Txux anota pero disiente. Y guioniza al tiempo que niega con la cabeza. No era esto, no era esto. El invierno siempre está en camino y, más o menos, llegando

Como el del amor, con el que acaso emparenta, el de la amistad es territorio proceloso. Los caminos que lo recorren, por eso, discurren siempre por lo inesperado y lo mismo conducen a un alto que a una fosa oculta junto al sendero, al manantial más rico o el pozo más seco.

Es así que Txux Bodegas y Jesús Panadero se adentran esta vez, en este Por caminos raros, con el ánimo inquieto. Más por oficio que otra cosa, dicen ambos. Pero es que mimetizaron ya el paisaje, eso nos parece, y confunden el caminar con la vereda. Se quejan, ambos, de vicio. El camino llega a puerto. A buen puerto. Y no, no se estrellan contra muro alguno. Ninguno, al menos, cuyas coordenadas quieran marcar en plano. Si por él te adentras, prepara alforjas y agua, que puede, para bien y para mal, hacerse largo.