Con una etapa corta y una cuesta indulgente arrancó el viernes 8 de julio la gesta por Los Pirineos. Se sabía que todo se iba a jugar en los últimos 20 kilómetros de la carrera, durante el ascenso y, especialmente, el descenso del Col de Aspin, que con sus 1490 metros de altura es, de todas formas, una de las cumbres más inofensivas de esta edición.