La persona se siente incapaz e inferior frente a los demás. Se exageran los fracasos y se minimizan los logros, considerando que éstos últimos se deben más a la casualidad que a su competencia. Se preocupan en exceso por cualquier pequeño error o fracaso y se apoyan en él para reafirmar su creencia. Por tales motivos no desarrollan todo su potencial, evitando asumir nuevas responsabilidades, adquirir nuevas destrezas, etc. Sienten que no merece la pena esforzarse ya que anticipan el fracaso, lo que se convierte en una profecía autocumplida. Su origen deriva de experiencias tempranas con padres muy críticos y exigentes, fracasos sufridos, imponerse normas muy estrictas de difícil cumplimiento, compararse severamente con los demás, etc. Evitan los retos y prefieren la seguridad. Tienden a aplazar las cosas, siendo indecisos. Pueden elegir parejas con éxito para compensar sus supuestas carencias. Es preciso que aprendan a valorar objetivamente sus cualidades positivas y a establecerse metas progresivamente más exigentes.