Lo más importante de cada uno de nosotros es nuestra capacidad de bondad. Podemos ser una fuente de luz. Tenemos manos que pueden cuidar, ojos que pueden ver, oídos que pueden oír, lenguas que pueden hablar, pies que pueden caminar y, sobre todo, corazones que pueden amar. Desgraciadamente, por pereza, egoísmo y cobardía, nuestra luz puede apagarse, de modo que nos convertimos en sombras de las personas que podríamos ser. Señor, ayúdanos a creer en nuestra propia bondad y a dejar que brille la luz de esa bondad. Al ver esta luz, otros encontrarán su camino, y tú serás glorificado.