Si solo el corazón estuviera bien, podríamos dar mucho más. Señor, abre nuestros corazones cuando estén cerrados, suavízalos cuando estén duros, cálentalos cuando estén fríos, ilumínalos cuando estén oscuros, llénalos cuando estén vacíos, calmalos cuando estén inquietos, límpialos cuando estén manchados, sánalos cuando estén heridos, y repáralos cuando estén rotos, para que nosotros, tus discípulos, podamos dar frutos de amor. Amén.