Las sabias, en cambio, tienen aceite en sus lámparas. Están desprendidos de sí mismos y de las preocupaciones del mundo, y están llenos de caridad. Están esperando al Señor y no desean nada más que su venida. Mantengamos nuestras mentes encendidas con fe, nuestras almas encendidas con esperanza y nuestros corazones encendidos con amor, mientras esperamos con gozosa esperanza la venida de nuestro Salvador, Jesucristo.