El capítulo 11 de Hebreos nos presenta una definición profunda y transformadora de la fe: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Esta fe no es producto del esfuerzo humano, sino un regalo que proviene de Dios mismo.
El sermón nos invita a examinar cómo se manifiesta esta fe auténtica en la vida del creyente, mostrándonos tres verdades fundamentales que la sostienen: la confianza plena en que las Escrituras son verdaderas, la convicción real y personal de que Dios existe, y la seguridad de que Él recompensa a quienes lo buscan con sinceridad.
Estos pilares forman la base sólida de una fe que transforma vidas y glorifica a Dios.