Siempre dispuesto a pinchar globos apocalípticos y rebajar el frenesí, enumeró lo que este miércoles sacó adelante el Gobierno de Sánchez en sesión parlamentaria. Ni la cesión de delegación de competencias, ni la publicación de las balanzas fiscales, ni el supuesto castigo que recibirían las empresas que se fueron de Cataluña, ni la disidencia de la podemia, ni mucho menos la cuestión prejudicial de la amnistía, tendrán consecuencia alguna.

Todo, insistió, es el fruto del árbol venenoso de haber pactado con un delincuente político. Lo único que tiene Junts es la exhibición de su chantaje –esos morritos arrogantes de Noguera–, y durará mientras Sánchez lo permita. Mejor llamarlo fatxenderia que chulería, porque todo es fachada.

Por eso algo importante faltó: un discurso del jefe de la oposición a la altura, que demuestre que no desfallecerá, sin aspavientos dolientes.

A cuenta de Norberto Juan Ortiz Osborne, hizo una defensa del padre y del hombre de verdad. El macho, frágil en tantas cosas, como demuestran las cifras de suicidio, y por supuesto tan distinto a las chicas, que sí fantasean con la violación.

Y fue así que Espada yiró.

Bibliografía:

-       Gonzalo Fernández de la Mora: El crepúsculo de las ideologías, La envidia igualitaria

-       Daniel Bell: El final de la ideología

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